21/10/16

LOS SEÑORES DE VENUS (I)

Cuando los Señores de Venus (los Dragones de Sabiduría, como a veces se les llama) descendieron a nuestra tierra, trajeron consigo las semillas de diversos tipos de seres vivientes desarrollados en Venus, con el objeto de beneficiar y apresurar la evolución terrestre.

Cuando se describe la llegada de Manu (Anu) con otros Rishis, se dice que trajo consigo en su nave -el Arca- muchas semillas de vida. Y estas semillas no eran únicamente las de la vida espiritual e intelectual, sino también las de la vida física tal como existía en Venus.
El trigo, por ejemplo, no pertenece a nuestra tierra, y muchos son los botánicos que se hallan perplejos con respecto a su origen. Por medio del cruzamiento del trigo producido por las semillas procedentes de Venus con las hierbas indígenas de la tierra, los primeros instructores desarrollaron los diversos granos alimenticios.
Las abejas y hormigas, con sus especiales sistemas sociales y bien dirigidos esfuerzos, proceden de Venus; proceden de una esfera en donde toda evolución ha progresado mucho más que la nuestra, de modo que hasta en los reinos de la vida vegetal y animal, todo se halla en un nivel mucho más elevado que el que nosotros hemos alcanzado hasta el presente.

Estos “Dragones de Sabiduría” son los primitivos Adeptos de la tercera Raza, y más adelante de la cuarta y quinta, dice H. P. Blavatsky: Ellos eran los "Hijos del Fuego", los discípulos inmediatos de los "Padres", la "Llama Primordial". Ellos dieron los Buddhas; esto es, el Buddha supremo y el Bodhisattva a la Tercera Raza, así como muchos Arhats, formando también parte veinticuatro de los Señores que tenían estas mismas categorías en la cuarta y quinta Razas, siendo la mayor parte de estos Seres Pitris Agnishvatta, conocidos entre los Jainas como los veinticuatro Tirthankaras.
Los divinos Hermafroditas del punto medio de la tercera Raza, los "Padres inmaculados", como se les llama, crearon Hijos por medio de la voluntad y del yoga, para la encarnación de los más elevados Agnishvatta, los "Antecesores -los antepasados espirituales- de todos los subsecuentes y presentes Arhats o Mahatmas" esto es, sus Gurús; y se nos dice que, en la séptima Raza, estos Hijos de la voluntad y del yoga, junto con otros como ellos, producirán hijos nacidos de la mente.
Estos Hijos son Aquellos que, vigilando la evolución de las últimas tercera y cuarta Razas, se irritaron con los hijos de los Atlantes, cuando éstos cayeron en la degradación y fueron víctimas de la gran catástrofe que los sumergió debajo de las aguas del océano. Constantemente se habla de Ellos como de los instructores divinos, Aquellos que dirigen la evolución espiritual humana y guían las fuerzas cósmicas para favorecerla y estimularla.

Los Reyes divinos de las más primitivas dinastías que dirigieron el desarrollo intelectual de la humanidad, que le enseñaron las artes y las ciencias, y que guiaron su evolución social, eran algunos de los más elevados Pitris Agnishvata. Estos Pitris eran los Titan-Kabirim, a los cuales se alude en los anales de los pueblos más antiguos.
H. P. B. dice: "Ellos son en verdad los grandes y benéficos poderosos Dioses. En Tebas, Corea y Demeter, los Kabirim tenían un santuario, y en Menfis los Kabiri tenían un templo tan sagrado, que nadie, excepto los sacerdotes, podían entrar en sus sagrados recintos... Ellos fueron en el principio de los tiempos, los Directores de la humanidad, cuando encarnaron como Reyes de las dinastías divinas. Ellos dieron el primer impulso a la civilización, y dirigieron la inteligencia con la cual habían dotado al hombre hacia la invención y perfeccionamiento de todas las artes y ciencias. Por esto se dice que los Kabiri aparecieron como los bienhechores de los hombres, y como tales vivieron durante edades en la memoria de los pueblos. A estos Kabiri o Titanes se atribuye la invención de la escritura, de las leyes y la legislatura, de la arquitectura, así como de las diversas formas de la llamada magia y del empleo medicinal de las plantas".
Los ocultistas llaman también Manushis a estos Seres divinos, quienes enseñaron la lengua sagrada, el Senzar, a la tercera y cuarta Razas.
Extracto del libro Genealogía del Hombre - Annie Besant

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